Luego del revuelo causado por versiones de
medios nacionales sobre una inspección judicial realizada por la Fiscalía en la
mañana de ayer, lo cierto es que los funcionarios solo llegaron hasta las seis
de la tarde para adelantar las pesquisas, según confirmó este diario.
Cabe recordar que el contralor General de la
República, Edgardo Maya Villazón, le solicitó desde la semana pasado al fiscal
General, Eduardo Montealegre, apoyo para recopilar información en computadores
y correos electrónicos conducentes a probar sobrecostos que el ente de control
advierte que se registraron en la obras de ampliación de Reficar.
Entre tanto, el presidente de la filial de
Ecopetrol, Reyes Reinoso Yánez, insistió el fin de semana pasado, en entrevista
conjunta de varios medios regionales, que se ha aportado toda la información
requerida por la Contraloría y que “seguiremos trabajando de la mano con los
organismos de control, como lo hemos hecho hasta ahora, para que se adelanten
las revisiones sobre la gestión y la ejecución del proyecto”.
Con todo, Reficar y los 8.016 millones de
dólares que costó su nueva refinería tras ocho años de obras, continúa siendo
objeto de debate en el país, frente a los 3.993 millones de dólares en que se
presupuestó que valdría en 2009.
Por eso se consultó a conocedores del sector
petrolero para dilucidar en cuáles aspectos pudo haberse desatado el aumento
tan relevante en los costos y tiempos de la modernización.
De una parte, para Édgar Aguirre,
coordinador de la Comisión Interinstitucional de Hidrocarburos, el talón de
Aquiles del proyecto no estuvo en que el Gobierno saliera a buscar un socio
estratégico para su concreción, ante la falta de recursos propios, sino en que
en la subasta abierta fuera Glencore y no Petrobrás quien haya ganado la puja.
“Glencore no tenía la misma experiencia de
Petrobrás, así que faltó mayor rigurosidad en la selección de los proponentes
por parte de Ecopetrol.
También le faltó firmeza para asegurar que
Glencore, al no ser capaz de ejecutarlo, le entregara saneado el proyecto”,
señala Aguirre, quien considera que la modalidad de contrato de gastos
reembolsable con la firma ejecutora (CB&I) se presta para sobrecostos (ver
Antecedentes).
Por otro lado, Juan Carlos Rodríguez,
director de la Asociación Colombiana de Ingenieros de Petróleos (Acipet),
considera que un proyecto de esa complejidad y en una etapa de ingeniería de
detalle contempla variaciones presupuestales que oscilan entre 5 y 10 por
ciento, pero que no se cumplieron en el proyecto de Reficar.
“Aquí se aprecian cambios en el alcance del
proyecto que se traducen en demoras en tiempo y más presupuesto. Por eso creo
que faltó un mayor control del dueño del proyecto ante las eventualidades de
mayores cantidades de obra que impactan los costos. Hay que entrar a ver qué otro
tipo de cosas hicieron para que el proyecto se duplicara en su presupuesto al
margen de contingencias”, puntualiza el ingeniero. Fuente: Elcolombiano
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